El mochuelo y el ruiseñor Contra viento y marea (29)
por S. Stuart Park Valladolid, 18 de Diciembre de 2020
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El mochuelo y el ruiseñor |
Florence Nightingale es uno de los nombres más bonitos que conozco. Si hemos hecho mención del origen de su nombre de pila, Florence, por la ciudad italiana donde nació, no nos resistimos a añadir que Nightingale significa ‘Ruiseñor’, un ave celebrada por poetas como el melancólico John Keats (1795-1821). Hemos visitado su tumba en el hermoso Cementerio Protestante de Roma, donde murió.
‘Oda a un Ruiseñor’, una de las grandes odas de Keats, fue escrita en mayo de 1819, cuando el poeta tenía solo 23 años. El poema está dominado por meditaciones sobre la inmortalidad y la naturaleza finita de la alegría. El año anterior, Tom, el hermano de Keats, había muerto de tuberculosis, la enfermedad que también había matado a su madre. Al escribir el poema, Keats era consciente de que él mismo había empezado a experimentar los primeros síntomas de la enfermedad.
La rica imaginería del poema enfatiza el deseo de escapar a un mundo de felicidad, pero el éxtasis que trae el ruiseñor es transitorio, y mientras el ruiseñor se aleja volando el poeta se queda a solas con sus pensamientos de desesperanza. Keats murió con solo 25 años en febrero de 1821.
Florence Nightingale, además de pionera de la enfermería moderna, fue una viajera incansable y una escritora consumada. En uno de sus viajes a Grecia en 1850 cuando visitó el Partenón de Atenas, vio cómo un pequeño mochuelo cayó de su nido en manos de unos niños que empezaron a maltratarlo sin piedad. Fiel a su vocación, Florence cuidó de Atenea, que así la llamó en honor a la diosa griega de la guerra y la sabiduría, alimentándola de su mano, y guardándola en el bolsillo de su delantal.
Después de cinco años de feliz compañía, estalló la guerra en Crimea, una zona no apta para una mascota, así que el mochuelo fue dejado al cuidado de unos familiares que, tristemente, no cumplieron con su responsabilidad. Florence estaba desconsolada. Para preservar la memoria de Atenea encontró un taxidermista de confianza para preservar a su mochuelo para siempre. Se le puede visitar en el Museo Florence Nightingale, ubicado en el Hospital de St. Thomas en Londres.
Entiendo perfectamente el desconsuelo de Florence. Hace muchos años mi esposa y yo recogimos un mochuelo que encontramos herido en la carretera entre Valladolid y Segovia, y lo llevamos de vuelta a casa. Llamé a Miguel Delibes para conocer cómo alimentar a nuestro pequeño huésped: pulmón de cerdo, recomendó, y así le dimos de comer en su confortable casita, una jaula de hámster que le permitió esconderse cuando quería.
El mochuelo, un pájaro vivaz e inteligente, se acostumbró rápidamente a nosotros y salía de su escondite cuando le llevábamos la comida. Le veía desde la ventana de mi despacho, y por sus movimientos nerviosos sabía cuándo llegaba el cartero o cualquier otra visita. Una noche de tormenta debió de entrar agua en su habitación y murió, tristemente, de frío. No se nos ocurrió darle nombre. En latín se llama Athene Noctua, de la familia Strigidae, y eso me parece más que suficiente.
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COMENTARIOS DE LOS LECTORES: 1
19/12/2020 Preciosas y cálidas historias las que cuentas.
Esta referida a `La dama de la Lámpara´ Florence Nightingale es conmovedora; ayudaba al ser humano en su enfermedad y al mochuelo en su infortunio.
Que aleccionadora historia la de esta extraordinaria mujer.
No puedo entender cómo hay gente que agrede a los sanitarios, a mí -que ya llevo algunas operaciones- me parecen ángeles.Jesús BARAJAS Santovenia de Pisuerga |
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