JUVENTUD Las siete edades del hombre (25)
por S. Stuart Park Valladolid, 17 de Noviembre de 2023
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Downing College |
He leído que Naciones Unidas define la juventud como la edad comprendida entre los quince y los veinticuatro años, y en mi caso el punto de inflexión tuvo lugar a los dieciocho cuando dejé la casa familiar en Preston para acudir a la universidad.
No conseguí resultados excepcionales al final de la etapa escolar, pero suficientes para obtener una entrevista en la Universidad de Cambridge. Se eligió para mí el Downing College, fundado en 1800, porque acogía con simpatía a alumnos procedentes del norte industrial. A diferencia de los colegios de élite que preparaban a sus alumnos para ingresar en Oxford y Cambridge como parte de su propuesta tradicional, en el Preston Grammar School no recibí ninguna ayuda especial. Mi profesor de francés, Mr. Clarke, me lo había advertido claramente: «No recibirás ninguna ayuda de mi parte para ir allí. Manchester es mucho mejor» (era donde había estudiado él).
Llegar a Cambridge era entrar, de repente, en otro mundo. La belleza arquitectónica de los colleges, los claustros adornados de flores, el césped cuidado con mimo por los jardineros, el ambiente de estudio y erudición, todo ello dejó una impresión imborrable en un joven de dieciocho años procedente de una familia de clase obrera de Lancashire. He vuelto muchas veces desde entonces y siguen presentando el mismo aspecto de perfección imposible.
Cuando llegó el día para partir hacia Cambridge, mientras mi madre me ayudaba a preparar las maletas mi hermana Susan, en un tono grave y un tanto misterioso, me dijo: «Únete al grupo de estudiantes cristianos, porque he oído que la gente puede perder la fe en un ambiente como aquel». Así que decidí involucrarme enseguida en los grupos de estudio bíblico de la Christian Union, donde descubrí que había estudiantes mucho más inteligentes que yo que además eran creyentes convencidos.
Las reuniones de la Christian Union consistían en un estudio bíblico semanal en cada college, con una conferencia bíblica cada sábado en el salón de debates de la Student Union impartida por destacados expositores, abierta a toda la Universidad. El domingo por la tarde tenía lugar la que era para mí la reunión más esperada de la semana, un sermón evangelístico al que invitábamos a compañeros interesados en conocer más acerca del mensaje cristiano.
Las predicaciones, hechas desde el púlpito de la Holy Trinity Church, una de las muchas iglesias de la ciudad, corrían a cargo de elocuentes predicadores, principalmente anglicanos, que exponían el evangelio de manera elegante, con conocimiento y convicción. Al final de cada sermón se hacía un llamamiento para que cualquier estudiante no creyente pudiera recibir consejo o instrucción, y un número considerable de estudiantes respondía, domingo tras domingo, a la invitación.
He hablado de mi ingreso en la universidad como un punto de inflexión, y lo fue especialmente en el aspecto espiritual, pues allí tomé decisiones que afectarían el resto de mi vida, por lo que pienso que más que méritos propios, una Providencia guio mis pasos, como contaré en la próxima entrega.
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