por S. Stuart Park
El Cantar de los Cantares trasciende la sexualidad humana y el género, la diferenciación racial, social y cultural, y presenta un amor más fuerte que la muerte, enciende una llama que nunca será extinguida, y nos encamina hacia el misterio supremo del amor de Dios en Cristo.
Para unos, el poema debe leerse como una evocación del amor humano, exclusivamente; para otros, el Cantar debe leerse como una exaltación alegórica del amor de Dios por su pueblo; y en la tradición cristiana, del amor de Cristo por la Iglesia. Para fray Luis de León (1527-1591), traductor del Cantar al castellano, el amor humano refleja el amor de Dios en una complementariedad perfecta, y la poesía del Cantar, que rehúye la explicitación carnal de la relación amorosa, lejos de desvirtuarla la universaliza, la hace asequible a todos.
Fray Luís, estudioso del hebreo original, hizo una versión castellana del Cantar que le costó una denuncia ante el tribunal de la Inquisición, y una condena de cinco años de cárcel por considerar el Cantar un poema amatorio, y por traducirlo al romance. Fray Luis entendió que el amor humano refleja el amor de Dios como don supremo, y así interpretó el poema de Salomón:
«Ninguna cosa es más propria adiós que el amor, ni al amor ay cosa más natural que boluer alque ama en las condiciones y ingenio del que es amado. Delo uno y delo otro tenemos clara experiençia. Cierto es que dios nos ama y cada vno que no esté muy çiego lo puede conosçer ensí por los señalados benefiçios que de su mano continuamente reçibe, el ser, la vida, el gouierno della y el amparo de su fauor que en ningún tiempo i lugar nos desampara».
Como gesto de amable reciprocidad, citaré un fragmento de la reflexión que Alfredo Pérez Alencart aportó como Prólogo a nuestro
Jardín cerrado de 2013, en referencia a la traducción que realizó fray Luis:
«En los interrogatorios en defensa de Fray Luis, el comisario Rodríguez, encargado por la Inquisición de Valladolid para que preguntase a ciertos testigos salmantinos, deja constancia de lo declarado por el maestro Francisco de Salinas, el 17 de enero de 1573, con relación a las frecuentes visitas que Fray Luis le hacía, donde anota Rodríguez: "… comunicava con este testigo cosas de poesía y otras cosas del arte...”».
La respuesta de fray Luis fue contundente:
«...es argumento que convence haber usado Dios della en muchas partes de sus Sagrados Libros, como es notorio...».
En efecto, se trata de una sublime obra poética, y hay que leerla como tal. No invita, por tanto, a una exégesis «voluptuosa» del texto, como hacen unos, ni a una lectura alegórica ajena a la atmósfera de Cantar, como hacen otros, ni a una exposición moralizante. El Cantar reivindica el amor humano en todo su esplendor como don supremo de Dios. Fray Luis, erudito bíblico y excelso poeta, a diferencia de sus acusadores, lo entendió a la perfección.