A veces parecen alinearse los planetas. Este año coinciden el bicentenario del nacimiento de Florence Nightingale, el 200 aniversario de la Fundación Fliedner, y se acerca el 125 aniversario del Colegio El Porvenir, una institución inspirada en las corrientes educativas europeas más avanzadas de la época, basadas en el krausismo alemán y la pedagogía de Pestalozzi.

El Colegio fue mixto desde el principio y, además de hacer hincapié en la Educación Física y la Música, el currículo incluyó la enseñanza de idiomas (Latín, Griego, Inglés, Francés y Alemán). El proyecto pedagógico introdujo el razonamiento frente al método memorístico, reformas ya implantadas por la Institución Libre de Enseñanza desde 1876.

Para llevar a cabo su visión Federico Fliedner adquirió terrenos en el barrio de Chamberí. Aunque ningún arquitecto español quiso hacerse cargo del proyecto, un prestigioso arquitecto alsaciano, Joachim Kramer, aceptó la construcción de El Porvenir (1892-1897). El mismo arquitecto trabajó en los edificios de la Institución Libre de Enseñanza. Pese a las reticencias de la sociedad, y múltiples problemas en la ejecución del proyecto, Federico Fliedner logró sacarlo adelante con el apoyo personal y político del Primer Ministro, Cánovas del Castillo, y del Alcalde de Madrid, el Conde de Romanones.

En mis primeros años en Madrid conocí a tres alumnos del Colegio, que ocupan puestos de responsabilidad en la obra evangélica en España. Daniel Casado estudió Ciencias Físicas en la Universidad Complutense y es miembro del Comité Ejecutivo de los GBU desde hace muchos años. Fue profesor en el propio Colegio de El Porvenir, llegando a ser su Director. Rufo Rodríguez estudió Medicina en la Complutense, y ha ejercido durante toda su vida profesional como patólogo en el Hospital de Toledo. Rufo desarrolla en la actualidad una importante labor pastoral en su iglesia en la misma ciudad. Juan Simarro, manchego como sus dos compañeros, y autor de varios libros, se licenció en Filosofía en la Complutense y amplió estudios en Alemania, en la Universidad de Erlangen. Tras dedicar varios años a la docencia en el propio Colegio, comenzó la promoción de la Misión Evangélica Urbana de Madrid, de la que fue su primer Presidente. Ha promovido otras Misiones Urbanas en varias ciudades de España como Zaragoza, Valencia, Sevilla, Málaga y Vigo, todas ellas entidades evangélicas no lucrativas al servicio de las personas en desventaja social.

Los tres se caracterizan por un talante sesudo y equilibrado, tan necesario en el momento actual, y los tres continúan muy activos, junto con sus esposas, en la obra evangélica. De haberlos podido divisar en el horizonte lejano, Federico Fliedner se habría dado por más que satisfecho, sin duda.

Además de la obra de El Porvenir, buscando un lugar fresco y sano para sus huérfanos en el verano, Federico Fliedner encontró las ruinas de la casa convento que ocupó el rey Felipe II en El Escorial, donde se alojaba para ver la marcha de la construcción del Monasterio. Desde 1880 y hasta tiempos recientes ‘La Casa de Paz’ ha servido en su día de hogar, hospicio, iglesia y escuela. Su directora, doña Elfriede Fliedner, nieta de don Federico, nos alquiló las instalaciones en los años 80 para realizar campamentos de inglés, y recuerdo bien su diminuta figura mientras nos enseñaba las dependencias, llena de satisfacción, orgullosa del legado de su abuelo.