El cuco Las Estaciones del Año (43)
por S. Stuart Park Valladolid, 24 de Marzo de 2023
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Cuco |
Si para el rey Salomón la voz de la tórtola señalaba la llegada de la primavera, en estas latitudes para muchos el canto del cuco es el verdadero heraldo del cambio de estación. Frederick Delius (1862-1934) escribió un poema sinfónico titulado ‘Al oír al primer cuco de la primavera’, y otros grandes compositores han celebrado la presencia de Cuculus canorus en sus obras, como Händel en su concierto para órgano ‘El cuco y el ruiseñor’, o Beethoven en su Sinfonía Pastoral.
El cuco, popularizado por los relojes suizos que marcan las horas con su característico ‘cu-cu, cu-cu’, resulta entrañable para el observador humano, pero no es muy del agrado de otros pájaros canoros y, en lo social, su comportamiento deja mucho que desear.
Tras invernar en África, los cucos cortejan a múltiples parejas durante el periodo de apareamiento en abril. Como parásitos de nidos ajenos, no crían a su propia prole, sino que ponen sus huevos en los nidos de otras aves, que alimentan al polluelo pensando que es uno de los suyos. Los nidos de pájaros pequeños como los bisbitas o los carriceros figuran entre sus favoritos, y tras espiar sus movimientos las hembras esperan a que el huésped abandone el nido, antes de abalanzarse con rapidez para poner un huevo en el nido y marchar.
El polluelo nace al cabo de unos 11 días. Empujará a otros huevos o polluelos fuera del nido, asegurándose de recibir la atención exclusiva de los padres adoptivos. Estos seguirán alimentando al joven cuco a pesar de que puede llegar a ser dos o tres veces más grande que ellos. Los cucos abandonan el nido al cabo de unos 20 días, pero siguen siendo alimentados por sus anfitriones durante unas semanas. Mientras tanto, sus propios padres se han marchado, y en junio emprenden solos su camino hacia África, sin ninguna orientación o guía.
No termina allí lo peculiar del comportamiento del cuco. Favorece la actividad usurpadora su aspecto físico: de color gris en el dorso y con listas transversales en el pecho, se parece al temible gavilán, lo que sirve para ahuyentar a los pájaros que se propone parasitar. No solo eso, cuando elige el nido de una determinada especie, el huevo que deposita mimetiza el de su anfitrión, y aunque de tamaño más grande, los padres adoptivos normalmente no se dan cuenta del engaño.
Por todo ello, no es difícil entender la expresión común ‘ser muy cuco’, que describe el comportamiento astuto de alguien que obtiene beneficios a costa de los que le rodean o se aprovecha de una situación para obtener ventaja o ganancia, y casos hay no pocos en el mundo.
Con todo, me quedo con el aspecto nostálgico de la voz del cuco, que cuando se oye en la primavera toca una fibra sensible en el corazón.
Termino con una inolvidable anécdota personal. Hace unos cinco lustros tuve el privilegio de impartir un seminario bíblico a estudiantes universitarios en Soto, en Cantabria. Durante un descanso acompañé a Francisco Mira, director del retiro y amigo de muchos años, en un paseo por el campo, donde pudimos observar cómo una diminuta tarabilla acudía al clamor de un cuco joven al que alimentaba sin cesar. La insólita imagen permanece grabada en la retina como si hubiese sucedido ayer.
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