NIÑEZ Las siete edades del hombre (11)
por S. Stuart Park Valladolid, 11 de Agosto de 2023
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Un Riley de 1952 |
Vienen en tropel recuerdos de la niñez: el pantalón corto que llevaba en la Deepdale Infants School, y el día que choqué cabezas jugando en el patio con Rosemary Walmsley, una chica muy guapa que me gustaba en secreto: me tuvieron que levantar del suelo viendo estrellas; ella se fue corriendo sin darse cuenta siquiera.
Mr. England, el director, era un hombre temible, con gafas redondas de marco de carey, y una vara. Miss Varley, la subdirectora, con su pelo canoso recogido en un moño, era más simpática y sonreía cuando te hablaba. Un día llegó una profesora para hacer prácticas, mucho más joven que Miss Varley. Todos nos enamoramos de ella y lamentamos que estuviera muy poco tiempo en la escuela.
El profesor de Primaria, el pelirrojo Mr. Stone tenía una regla de madera que utilizaba cuando alguien se portaba mal. «Escuece como si atraparas una pelota de cricket», decía como para tranquilizar. Corregía nuestros trabajos con un bolígrafo de tinta roja, y olía a tabaco. Se le consideraba el mejor profesor de la escuela y nos llevó una semana de vacaciones a Los Lagos. Recuerdo chapotear en los charcos que se formaron en un día lluvioso, y el aroma del heno recién cortado al atardecer en el campo donde jugábamos al fútbol. No quería que aquella semana tan deliciosa acabara nunca.
La escuela estaba cerca del campo de fútbol donde jugaba nuestro equipo, el Preston North End. Algunos de los chicos conocían los nombres de los jugadores, pero yo no sabía nada de ellos en aquel entonces. Recuerdo que decían que nuestro rival más directo era el Blackburn Rovers, por su cercanía, aunque a mí no me sonaba de nada.
Los sábados, cuando había partido, aparecían grandes coches negros aparcados alrededor y se oía un silencio en el estadio, luego un murmullo y después un rugido si el equipo marcaba un gol. Los automóviles pertenecían a los hombres adinerados que se sentaban en los asientos más caros del estadio.
El día más importante tuvo lugar cuando se celebraba un examen llamado el 11+, ya que esa era la edad a la que te presentabas. Si aprobabas, pasabas a la Grammar School; si suspendías, ibas a la Comprehensive School. Mr. Stone leyó los resultados unos días después. Aún recuerdo las caras de los que habían suspendido y me los imaginaba yendo a casa para contárselo a sus padres.
Pasar a la Comprehensive significaba que no había prácticamente ninguna posibilidad de ir a la universidad, y el sistema se suprimió más tarde porque dividía a los alumnos a una edad demasiado temprana. Mirando atrás, eran momentos determinantes, aunque no lo sabía entonces. Mis padres estaban contentos, aunque yo estaba nervioso por lo que me esperaba en el colegio de los chicos grandes, que llevaban pantalón largo, y gorra con visera.
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