por S. Stuart Park
Así pasaba mis veranos entre la tranquilidad académica de Cambridge y el bullicio de España en verano. Cambridge en invierno es una ciudad muy fría, azotada por los vientos recios que soplan sin barreras naturales desde la estepa rusa, según se decía con frecuencia. En primavera la universidad luce un aspecto esplendoroso, con sus claustros y jardines en flor, y con la oportunidad de pasear en góndola por el río.
El poeta Xu Zhimo (1887-1931), cuyo poema
‘Al despedirme de Cambridge por última vez’ es aprendido de memoria por los escolares en China, estudió en el King’s College, y miles de turistas chinos hacen peregrinaje para ver la piedra conmemorativa del poeta en los jardines que lindan con el río. El poeta evocó a la perfección el paso del Cam por la ciudad, antes de volver a su país natal:
Suavemente me alejo,
Tan suavemente como vine un día;
Y suavemente me despido de las nubes
Del cielo de Occidente.
En la ribera los sauces dorados
Son novias jóvenes en el sol que se oculta.
Sus imágenes brillan en el río fulgurante
Y se han quedado en mi alma.
(…)
Cae la noche en Cambridge, y Cambridge está muda.
Quietamente me alejo,
Tan quietamente como vine un día.
Diciendo adiós, la manga de mi traje ondea.
No me llevo ni una sola nube.
Xu Zhimo fue amigo del poeta Rabindranath Tagore (1864-1941), a quien alojó en su casa de Shanghái cuando el Premio Nobel bengalí visitó China en los años 20, y tuvo una estrecha amistad con la también Premio Nobel Pearl S. Buck, misionera norteamericana en China, a quien animó a dedicarse a la literatura.
No todo fue tranquilidad en Cambridge, huelga decir, y los años de febril actividad entre la Universidad y España cobrarían su precio, como he comentado en más de una ocasión.
Con estos hilos se teje el tapiz de nuestra vida, que conforman lo que hemos sido y somos. El reverso del tapiz parece un caos informe de hilachos inconexos, pero visto desde fuera en el anverso se percibe el perfil de un diseño providencial, o eso parece, aunque, durante los primeros pasos tomados en la juventud, el futuro presenta un horizonte incierto, imposible de adivinar.
Una cosa es vivir en otro país por elección propia, y otra bien distinta es ser forzosamente llevado al exilio, como José el joven hijo de Jacob, o Daniel en Babilonia. De ellos hablaremos en próximas entregas.